miércoles, 27 de abril de 2011

Pablo y el universo

El crecimiento de un niño nunca deja de sorprendernos a pesar de ser un hecho tan esperado como inevitable. Podemos comprobarlo fácilmente a partir de datos de lo más objetivos, en su mayoría cuantitativos: peso, talla, percentiles... sin embargo, la medida y sobre todo el modo en que cada niño madura, conoce, comprende, es única y exclusiva y cuando por fin entiendes ésto buscas todas las revistas y guías de ayuda para madres y padres inexpertos que tienes en casa, junto con el popular "Duérmete niño" del Dr. Estivill, y los depositas en el contenedor de reciclaje, momento absolutamente liberador en el que por fin respiras tranquila, igual de inexperta y desorientada, pero liberada.

Hoy Pablo cumple seis años y crece, muchas veces a su pesar, porque sabe que crecer tiene un precio, por ejemplo, el doloroso trance de asumir una buena dosis de frustración. Poco a poco comprende que existe el NO, que muchos de sus deseos son sencillamente imposibles e inalcanzables por mucha imaginación que derroche, por más que grite o llore.

Cada día descubre y se descubre. Como en el juego de la búsqueda del tesoro deberá ir desvelando pistas, adivinando acertijos y sorteando diversos obstáculos hasta desenterrar un magnífico tesoro que hace apenas unas semanas ni siquiera existía.

Las últimas pistas seguidas lo han llevado al descubrimiento de la belleza y grandiosidad del Universo. Asimila algunos conceptos con sorprendente facilidad, como que en realidad es la Tierra la que gira alrededor del Sol :"¿Por qué me decías que el Sol se ocultaba tras las montañas?", que existen astros tan lejanos como algunos de nuestros anhelos o que el planeta que habita no es el centro, ni el único, ni el más grande (de nuevo la frustración), estableciendo de forma inconsciente una semejanza consigo mismo.

Pronto descubrirá otros universos pero mientras tanto se divierte girando bajo cualquier luz encendida a la par que comenta: "Ahora es de día, ahora de noche, ahora de día otra vez." Cada noche antes de dormir dice que me quiere hasta Plutón, lugar de su mapa particular en el que aparece señalado el confín del universo. "Yo también te quiero hasta... Plutón", le repito, dudo aunque me contengo, todavía no sería capaz de comprender que muchos de nuestros sentimientos, ante cualquier límite, se desbordarían .






Fotografía : Utopazzo