sábado, 27 de noviembre de 2010

El regalo




Pablo y yo tenemos una caja especial, la "Caja de las Palabras". En ella cada noche, antes de dormir, guardamos una palabra, pero no una palabra cualquiera, debe ser la más significativa del día, aquella que por algún motivo nos ha dejado una huella un poco más profunda que las demás y la creemos merecedora de ser guardada con mimo. Para mí este juego es un recurso útil que facilita a mi hijo asociar palabras con sentimientos o experiencias, también le ayuda a resumir lo acontecido durante el día a la vez que amplía su vocabulario; para Pablo es un juego divertido que le conduce al siempre esquivo y prorrogable mundo del sueño.

Ayer comenzamos nuestro juego como cada noche, tumbados en la cama muy juntos, todo lo juntos que nos es posible y con nuestra correspondiente cajita sujeta con sumo cuidado, porque aunque invisible, también es valiosa y delicada, como todo lo que contiene algo precioso.

-¿Piensa un poco y dime qué palabra guardamos hoy? -le pregunto bajito-.

-Tú.

Sorprendida y emocionada me recreo en su palabra, en su sonrisa satisfecha porque sabe que lo que acaba de decir me gusta, en el inocente gesto de tapar la caja y depositarla sobre la mesita de noche, junto a la lámpara que ilumina suavemente este instante... Me mira, se impacienta.

-Te toca a ti, vamos, ¿cual es tuya?

-Regalo. La mía es regalo.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Subterfugio IV: La niebla

"Es el amor, tendré que esconderme o huir".
J.L. Borges


Viajaba en autobús hacia mi primer destino como maestra en un colegio de Úbeda. Miraba por la ventanilla el paisaje sin apreciarlo como sin duda se merecía, demasiado concentrada en el futuro que me esperaba al cabo de una hora. Aunque mi primera idea era quedarme a vivir en la ciudad cambié de opinión en cuanto llegué, una compañera se desplazaba a diario desde Jaén y me propuso que viajara con ella; tenía que esperarla una hora todos los días ya que impartía clases en Secundaria pero me pareció estupendo, así contaba con un tiempo extra para organizar mi trabajo de principianta.

El primer mes se escapó sin darme cuenta del tiempo transcurrido ni del maravilloso lugar en el que me encontraba así que, como mi trabajo lo realizaba cada vez con mayor rapidez, decidí explorar la ciudad. Al principio recorría las calles más cercanas y comerciales que a aquella hora del día y con el recién estrenado otoño se encontraban casi desiertas, pero con el paso de los días el interés por conocer los edificios, plazas e iglesias de Úbeda fue creciendo y debo confesar, que en ocasiones, miraba el reloj tan impaciente como mis propios alumnos, esperando escuchar la sirena que me dejara escapar hacia un nuevo descubrimiento.

Normalmente en mis paseos me orientaba sin dificultad, utilizando como referencia las torres de las iglesias o la esquina de alguna plaza, pero aquel día me perdí. Después de dar algunas vueltas de más encontré una puerta, la Puerta del Losal y salí al otro lado, a la muralla que circunda parte de la ciudad y al paisaje. Recorrí aquel espacio sin apartar la vista del impresionante valle; el tenue sol amarillo que lo iluminaba no hacía otra cosa que resaltar su belleza sin artificios, con una precisa y sutil fusión de colores diluidos por la bruma. Era tan leve y delicado que hubiera podido elevarse si la presencia sólida y azul de las montañas no lo anclaran firmemente al suelo. Al mismo tiempo percibía el olor a tierra que descansa satisfecha después de haber sido trabajada y a humo de chimenea, lo que hizo que la sensación de frío fuera aún más intensa, al evocarme una cálida escena hogareña. El sonido de la campana de una iglesia próxima me acompañaba en mi feliz ascenso hacia el punto de encuentro con mi compañera.

El invierno se instaló unas semanas antes de la fecha indicada en el calendario colgado en la pared de mi clase, rodeado de dibujos infantiles. Los días de menos lluvia, me aventuraba y corría hacia el mirador donde la niebla desvelaba parte del paisaje, como piezas de un puzzle, que yo completaba fácilmente porque ya formaba parte de mi memoria.

El último día antes de las vacaciones de Navidad, quise despedirme de "mi lugar". Estaba nublado y hacía un frío considerable pero sin apenas pensarlo ya me encontraba en la calle Baja del Salvador en dirección...a la niebla. Lo que percibían mis ojos no podía ser real, el valle había desaparecido tras una gran pared blanca y compacta que parecía contenerse ante la presencia del insignificante muro que rodeaba el mirador. Me acerqué lentamente sin decidirme a tocarla y sentí miedo y una irresistible atracción por asomarme, por mirar al otro lado, mirar...

En demasiadas ocasiones nos quedamos al borde de un proyecto, de una ilusión, de una locura, de un amor... Valoramos las consecuencias y no actuamos, siendo ésta, la peor consecuencia.

La campana de una iglesia cercana me acompaña en mi camino de regreso cubierto de lluvia que descubro en el brillo de las piedras del suelo, no en mi pelo, ni en mi cara. La niebla asciende siguiendo mis huellas, aunque hoy no me alcance sé que lo conseguirá en otras ocasiones, pero decido no volver atrás.



lunes, 1 de noviembre de 2010

"Jalogüín"

Hace un par de días, mientras mi hijo veía los dibujos animados de siempre en versión "Haloween" le pregunté por el significado del término:

-¡Claro que lo sé mamá, Haloween es la fiesta del miedo!

En los últimos años nos hemos ido familiarizando con el vocablo y su significado. En los colegios es habitual que se celebre este acontecimiento ya que forma parte de los contenidos de la lengua inglesa y los niños lo aceptan con agrado, por motivos evidentes . Esta mañana, escuché en la radio a una abuelita de una población castellana que decía encantada que en su casa ya no celebraban los Santos, preferían celebrar "jalogüín", por los nietos.

Personalmente tengo que decir que no celebro ninguna de las dos versiones de esta fiesta, a excepción de alguna tradición gastronómica demasiado deliciosa como para pasar por alto. Soy consciente de que cada cultura es fruto de la fusión de otras culturas y cada lengua el proceso de la evolución -y también de la imposición- de otras lenguas dominantes, lo que me cuesta entender es por qué acogemos con los brazos abiertos la lengua e incluso las tradiciones de otras culturas -a veces tan diferentes a la nuestra- y no somos capaces de aceptar la maravillosa variedad que habita en nuestra querida Iberia.

En uno de los colegios por los que he pasado me encontré con un caso que me pareció, cuanto menos, contradictorio. Un compañero llamaba Gema a una monitora catalana (Gemma para los demás) porque "en España se pronuncia así"; sin embargo pronunciaba en perfecto inglés los nombres de Jonathan y Jennifer, alumnos de nuestra escuela.

Las culturas deben entenderse como fuentes de conocimiento que nos permitirán comprender y valorar la que nos es propia, pero también desarrollar el sentido crítico imprescindible para tratar de modificar lo necesario. Las lenguas son un patrimonio de la humanidad, principal vehículo para conocer y compartir, para entender y expresar y no un pretexto para la confrontación; me refiero a todas las lenguas... las de más allá del Atlántico y a las del cercano y ancestral Mediterráneo.




"Arenal" Compañía Nacional de Danza. Coreografía: Nacho Duato


"Las palabras que canta la gente,

vivas palabras que entiendo,

porque todos hablamos la misma lengua."


María del Mar Bonet