Desde hace ya varios años paso parte del mes de agosto en una casa de campo situada en uno de los maravillosos e increíbles parques naturales de la provincia de Jaén. Durante unos días vivo rodeada de gente querida, inevitables insectos, gallinas y gatos.
El tiempo en el campo tiene otra media, ajena completamente a mis parámetros, adquiridos a lo largo de muchos años sujetos a horarios preestablecidos, artificiales, rígidos y completamente apartados a los de la naturaleza, tan lógicos y simples. De repente, una hora te parece lenta e interminable, y un día entero se te fue como si de segundos se tratara.
En esas horas lentas me dedico a observar el entorno, que es tan variado que comprendes que necesitarías muchas de esas horas interminables para analizarlo todo y aún así sólo descubrir una minúscula parte del todo, más bien una ínfima parte de una minúscula parte.
Las gallinas me parecen unos animales algo extraños, que te miran por el rabillo del ojo mientras se alejan en dirección contraria a la tuya. Viven en comunidad, normalmente bien avenidas, comen, picotean, cacarean alguna vez y poco más. Tienen una vida simple, cómoda y rutinaria. La comida y techo asegurado a cambio de poner algún huevo, a veces a cambio de la vida de alguna de ellas, pero ni siquiera son conscientes de que ésto ocurra. Eso sí, tienen limitados los horarios y el territorio, otro precio que pagan, pero parece no importarles demasiado.
A los gatos los vemos como animales libres e independientes, y lo son. Viven a su aire, van y vienen cuando les place y no intentes buscarlos porque no los encontrarás hasta que ellos lo decidan; sin embargo, su vida no es tan fácil, observando el deterioro físico de la mamá-gata por nosotros llamada "Misi" en los dos últimos años. Supongo que no es fácil cazar algún ratón o pájarillo despistado y cuando habitamos la casa, se planta debajo de la ventana a maullar sin ningún pudor y dejando a un lado su atávico orgullo felino, pidiéndonos las sobras de nuestra siempre excesiva comida de humanos.
Supongo que todos tenemos algo de gallinas y algo de gatos, en mayor o menor medida. Sin embargo, buscaremos algún pretexto para justificar nuestra vida cómoda y doméstica y alguna excusa por no vivir de manera totalmente independiente, arriesgando lo previsible en busca de una mayor dosis de libertad.